domingo, 14 de abril de 2013

Motivar para enseñar y aprender



La motivación es el arma principal para poder desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para poder hablar de éste proceso debemos tener en cuenta que no todos los profesores, ni todos los alumnos, poseen las mismas actitudes y aptitudes.
Partimos de una base, la educación transmisiva por parte del profesor,  que prevalecía sobre cualquier otro método, una enseñanza unilateral y lineal, dónde el alumno era un mero receptor pasivo de los contenidos que se le enseñaban, y que acababa en un examen, en el cual se vomitaban los conocimientos aprendidos de unos libros que nunca se acercaban a la realidad de la vida.
Para que se produzca un buen proceso de enseñanza-aprendizaje, la escuela debe evolucionar hacia una metodología abierta. El maestro debe ser capaz de captar el interés del alumno, confiando en sus posibilidades de aprendizaje, estimularlos y hacerlos sentir seguros de sí mismos. Debe saber guiarlos hacia el desarrollo del gusto por el saber más, haciéndoles ver la importancia que tiene esto en su desarrollo tanto personal como profesional.
Esta interrelación maestro-alumno no sería completa si el alumno no participase de ese aprendizaje de una forma activa. Como he dicho el maestro debe atender a una serie de métodos para enseñar, pero así mismo, el alumno debe participar de esa enseñanza siendo protagonista de su propia aprendizaje.
El método ABP, es una estrategia de aprendizaje basado en proyectos, dónde el alumno, junto con otros, deben “hacer”. Persigue sumar, a los conocimientos ya adquiridos, otros conocimientos nuevos.
El profesor, como guía, debe presentar un problema, proyecto, tema, dónde los alumnos, deben buscar, entender e integrar conceptos, para después llevarlos a un buen desarrollo.
En definitiva, maestro-enseñanza y alumno-aprendizaje, deben in interrelacionados, los métodos del profesor deben motivar, buscar ideas, métodos, recursos, actividades que sirvan para captar al alumno, hacerlo creativo, desarrollando sus habilidades sociales, sus valores y su autoconfianza, para que a su vez ese alumno motivado, desarrolle el gusto por el hacer, innovar, descubrir, entendiendo el porqué de ello. De ésta manera conseguiremos que, “la profecía autocumplida”, se cumpla siempre en positivo, la confianza de que pueden y poder hacer, lo que nos propongamos.

1 comentario:

  1. Otro excelente comentario, Mª José. Estoy convencido de que esta actividad vuestra es la que de verdad os forma como maestras y os hace crecer intelectualmente. Enhorabuena.

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