lunes, 20 de mayo de 2013

Entrevista Noelia Alcaraz




Estamos llevando a cabo un proyecto sobre Calificación y Evaluación, para lo cual hemos utilizado varias fuentes de información, entre las q se encuentra la entrevista realizada a Noelia Alcaraz, Pedagoga y profesora en el departamento de Didáctica de la UCA.
En la entrevista preguntamos a Noelia que pensaba sobre la Calificación y la Evaluación en la escuela, si atendían o no a las necesidades de aprendizaje de los alumnos, las ventajas e inconvenientes que veía en ellas y como puede afectar una u otra, en el desarrollo del aprendizaje.
Como punto de partida, nos comenta que la calificación es una herramienta poderosa de control en la escuela que nos lleva a un sistema de desigualdad. Cuando los niños entran en la escuela vienen con desigualdades sociales, económicas, y cuando salen de ella se han convertido en diferencias.
Esto antes de entrar en la escuela nos parece injusto y al salir nos parece justo, lo peor de todo, es que justificamos esta diferencia, culpabilizando al propio alumno, que si no trabaja, no se ha esforzado, no se interesaba...
Para ella la calificación no tiene nada que ver con el aprendizaje, no atiende las necesidades de los alumnos. Con la calificación lo único que conseguimos es seleccionar, segregar, castigar, es negativa para el desarrollo del niño.
La escuela sería una fábrica, dónde los preparados saldrían por la puerta grande y los no preparados, serían desechados.  Los niños son calificados con notas, que se convierten en el pasaporte que los lleva en un futuro a ocupar un lugar en la sociedad, jerarquizándolos.
Nos comenta también, que valorar, medir el aprendizaje es imposible. ¿Cómo podemos saber lo que un niño ha aprendido o no?, la calificación no refleja la realidad de lo aprendido. Hay docentes que se empeñan en querer medirlo y padres que piensan que sin notas, sus hijos no han aprendido nada, los primeros pueden dejarse llevar por la ilusión de creer que pueden controlar lo que sus alumnos aprenden y los segundos por ver lo que sus hijos han aprendido en la escuela.
Todo esto nos lleva a pensar que calificar es ver la cantidad de lo aprendido, entendiendo en éste caso por aprender “memorizar”.
Para Noelia la Calificación, no sólo resta creatividad al alumno, sino que resta todo elemento educativo, tanto del profesor como del alumno., resta veracidad, transparencia, espontaneidad.
La       Calificación no da oportunidad al error, pues eso supondría salir por la puerta grande o pasar a formar parte de los desechos.
En cuanto a la Evaluación, nos comenta que es positiva, y que por sí misma atiende al aprendizaje, es algo natural en nuestras vidas. En nuestro día a día evaluamos todo lo que nos ocurre y les ocurre a los demás, observamos, opinamos, puede parecernos bien o mal, pero no vamos poniendo notas a los demás.
En el aprendizaje hay que arriesgarse, provocar la ambigüedad, el trabajo de los alumnos es de ellos y para ellos.
Para Noelia aprender tiene que ver con transformar tu mente, con tus sentimientos, con tus estructuras cognitivas, con tu manera de actuar y de interpretar, dónde además intervienen una serie de elementos, no sólo alumno y maestro, también la escuela, la familia, el aula, los materiales, la creatividad., para ello debemos conocer los problemas que hay en nuestras aulas, buscar la información en niños, padres y compartir inquietudes con el resto de compañeros y comunidad educativa, y una vez identificado, comprenderlo e intervenir para así poder mejrar el aprendizaje de los niños y maestros.
Una de las herramientas de evaluación usada por Noelia, es el portafolio. Sobre él nos comenta, que da igual el nombre con el que lo llamemos, lo importante es buscar la herramienta más apropiada para crear buenas condiciones de aprendizaje, hacer que los niños sean participantes activos en ese proceso, que sepan organizar, investigar, utilizar materiales, proyectos y sean conscientes de sus logros, en definitiva que sean dueños de su aprendizaje.
Concluyendo, ¿evaluación o calificación?, todo depende de lo que el profesor quiera hacer en sus aulas. Lo que tenemos claro es que la evaluación es el mejor camino para atender las necesidades de aprendizaje del alumno, siempre y cuando no sea utilizada como herramienta de calificación bajo el nombre de evaluación, porque si esto ocurriera puede llegar a ser aún peor, más cruel, calificando paso a paso todo el proceso.
Debemos desplazar todo lo que se pueda la calificación, si se está convencido de que lo mejor es evaluar, cada uno debe buscar las mejores herramientas, preocuparnos por conocer lo que ocurre en nuestras aulas, analizando, reflexionando para mejorarnos y mejorarlas día a día.
Cómo dice Noelia: “Los maestros somos diseñadores de contextos de aprendizaje y cuántos más ricos, mejor”.

viernes, 17 de mayo de 2013

¡Qué difícil es ser un buen maestro!



Es difícil ser un buen maestro, sufre y  se sacrifica por sus alumnos, busca todos los medios y herramientas  a su alcance para guiarlos en su aprendizaje, buscando como objetivo el desarrollo,  tanto intelectual como personal, persigue enseñarlos a que aprendan a afrontar la vida y su integración en sociedad de una manera humana, respetando a los demás como a sí mismo, les enseña a observar, analizar los problemas a los que deben enfrentarse, comprenderlos, y poder cambiarlos para mejorarlos, los educa en actitudes y valores, intenta hacerles entender que la reflexión es necesaria en su día  a día, para poder modificar  y mejorar sus estructuras cognitivas. Los buenos profesores buscan la felicidad de nuestros hijos, los educan,  y los hacen asumir unas competencias que propicien su desarrollo, que aumenten su autoestima y su autoconcepto.
¿Por qué entonces ésta profesión está tan desprestigiada?¿Por qué tan poco valorada y reconocida?
Llego a una conclusión muy personal, pienso  que no hay muchos profesionales  que realmente sean buenos maestros. Los que actualmente estudiamos para ser maestros, debemos asumir la responsabilidad de ser “buenos maestros”, debemos conseguir cambiar y modificar nuestras estructuras cognitivas, debemos abrirnos paso y conseguir que la escuela seamos todos, padres, profesores, alumnos y demás comunidad educativa, debemos abrir nuestras mentes los primeros para poder cambiar el/al  resto.
Esto puede resultar una ambigüedad, ¿por qué buscar lo difícil de hacer, teniendo ya esquemas predeterminados de trabajo a seguir?, pues precisamente porque lo difícil es lo que hace enriquecedora  la enseñanza, buscar caminos alternativos que nos lleven a nuestro objetivo, el aprendizaje de manera activa y autónoma de nuestros alumnos.
Evidentemente decirlo o escribirlo resulta muy fácil, hacerlo no tanto, nos debemos a una sociedad que nos marca un camino a seguir, como borregos, nos califica, nos segrega y nos jerarquiza, por ello el pilar fundamental de la escuela, el profesor, debe luchar para que sus alumnos, sus aulas, sean lugares donde los niños estén felices, vayan con ganas de aprender y se sientan todos iguales y con las mismas oportunidades,  ninguno inferior a otro. El profesor debe saber utilizar una metodología adecuada al ámbito de su aula, debe preocuparse por conocer los problemas que hay en ella, para poder comprenderlos, cambiarlos y mejorarlos. Nos obligan a calificar a unos niños desde su infancia, a separarlos por nivel de conocimiento o diferenciarlos cuantitativamente con notas, que casi nunca reflejarán la realidad de lo aprendido, no podemos permitir eso, debemos seguir un proceso que contribuya a que no se sientan inferiores, dónde el trabajo de cada uno y el de todos se valore por los esfuerzos realizados, el camino andado, no todos poseen las mismas aptitudes ni actitudes para el aprendizaje, pero debemos ser capaces de ver el esfuerzo realizado por cada uno.
Es algo difícil por no decir imposible saber lo que cada niño aprende, no se puede medir, podemos suponer durante ese proceso de evaluación lo que un niño aprende desde sus inicios siguiendo su trayectoria,  pero nunca cuantificar,  si medimos sus conocimientos nos apartamos de lo educativo, si atendemos a una enseñanza programada, seguimos seleccionando. ¿Por qué entonces calificar a todos por igual? Los maestros deben enfrentarse  a un desafío en sus aulas: la diversidad.
Cuando calificamos segregamos, pero a veces evaluando también segregamos, como dice Noelia Alcaraz: “La evaluación puede llegar a ser aún peor que la calificación si la persona que la utiliza no sabe”. Pienso igual que ella, una persona que no maneje la evaluación de forma que intente conseguir como objetivo el autodesarrollo del niño, claro está con la ayuda de un guía, sus reflexiones, sus aportaciones, ideas, trabajos, etc. puede hacer de la evaluación una tortura, pues no sólo calificaría un examen final de conocimientos, sino que calificaría el proceso, paso a paso, calificando cada uno de ellos,  consiguiendo que el niño no tenga márgenes para equivocarse, para ser creativo y aprender de errores propios y ajenos.
Por ello pienso que el buen profesor debe ser consciente de la parte de responsabilidad que le toca cuando está en el aula con sus alumno, ser consciente  que él es también parte importante de la educación de esos niños, debe conseguir ser guía no dictador de conocimientos y valores a seguir, tiene o tenemos que concienciarnos de la gran tarea que tenemos en nuestras manos, sentirnos satisfechos de nuestro trabajo. Ser buenos maestros depende de nosotros mismos, no depende de la metodología impuesta, de los contenidos impuestos en el curriculum,  ni de las leyes educativas que imperen en el momento. Cómo dice Paco Espadas  “no dejaremos de seguir enseñando contra ella y a pesar de ella”, en referencia  a la actual ley educativa que va a entrar en vigor.    Por todo ello debemos saber coger lo bueno de cada método, de cada idea, de cada reflexión, de cada ley, debemos ser conscientes de que lo más importante es crear las mejores condiciones para que nuestros alumnos aprendan.               
      

martes, 7 de mayo de 2013

Calificación o Evaluación



La sociedad en la que vivimos, tiene una idea, unos pensamientos   generalizados de lo que es la escuela y de cuál es su cometido.  Éste cometido no es ni más ni menos que  el de formar ciudadanos perfectos, encaminados a formar parte de una jerarquía social, dónde cada uno  ocupará un lugar  dentro de la escala social.  Pero claro, ¿quién decide el lugar que debe ocupar cada persona en esa escala?
Nos encontramos con una escuela dónde el maestro tiene el poder  y los alumnos son esponjas pasivas,  limitadas a  intentar asimilar los conocimientos que éste dice enseñarles,  enseñanzas que no siempre llegan a ser aprendizaje,  y que después mecánicamente,  son obligados a vomitar en pruebas externas, los exámenes, haciendo desaparecer toda posible muestra de creatividad.   El maestro, que dedica más tiempo a preparar la evaluación que la enseñanza,  para comprobar si sus objetivos previstos a principios de curso se han cumplido, calificará dichas pruebas, intentando medir el aprendizaje, siendo éstas la mayoría de las veces,  valoradas  bajo un punto de vista subjetivo.
 De esas calificaciones saldrán notas cuantitativas, unas serán muy buenas, otras serán  buenas, algunas medianamente aceptables y por supuesto malas.  Automáticamente sus dueños se encontrarán formando parte de una escala de notas, y no musical precisamente, que irá  de menos a más,  en la cual  el que consiga la mayor puntuación, ocupará el lugar más alto y  podrá acceder a los mejores  trabajos,  estatus elevados y  ocupar lugares privilegiados  en la escala social, mientras que los que no consigan buenas calificaciones serán relegados a los puestos de trabajo menos gratificantes y prestigiosos.
Si tanto hablamos de construir una escuela nueva, dónde se deben modificar los esquemas de éstos pensamientos anteriores, debemos luchar por una  escuela pública de verdad, una escuela de todos y para todos, con los mismos derechos y oportunidades, una escuela sin segregación, por todo ello debemos rechazar por completo “La Calificación”.
La Calificación es segregadora, discriminatoria, dónde sólo los buenos y los mejores triunfan, por ello debemos modificar nuestros esquemas tradicionales, debemos buscar el bienestar del alumno, para formar personas que puedan ir enfrentándose día a día a nuevos retos y problemas que se plantean en la vida real,  debemos dejar a un lado la Calificación, dando paso  a la  Evaluación, una Evaluación que devuelva la creatividad que arrancamos a los niños desde pequeños, una Evaluación  que debe usarse como herramienta con la cual podamos observar, tanto el profesor como el propio alumno, los procesos de desarrollo.
Dejemos a un lado la Calificación, y demos paso a la Evaluación, para poder comprender lo que nuestros alumnos necesitan para aprender, cambiar lo que no funciona y mejorar para llegar al que debería de ser nuestro objetivo, conseguir que los niños deseen aprender.